Cinthya García Guerrero
Lo más común, cuando empieza el verano, es planear un viaje para disfrutar de la vacación. Pero, ¿qué pasa si también comienza la temporada de futbol americano infantil?
Justamente coinciden la temporada infantil con las “vacaciones largas” y, con ellas, los entrenamientos diarios “pasados por agua”… Es este periodo del año cuando los niños desde los 7 hasta los 15 años están enfocados en jugar y pasar grandes momentos en el campo. Para ellos es la etapa más importante y no hay mayor emoción que esa.
Y, ¿las mamás?
Resulta común ver correr de los chicos apresuradamente para llegar a su entrenamiento y detrás de ellos las madres… Una bolsa es insuficiente para poder cargar con los implementos “necesarios” (según muchas de ellas) para un día de práctica. Tela adhesiva, protector bucal, ungüento analgésico, gel antibacterial, calcetas, integraciones, agua y papel higiénico, son algunas de las cosas que contienen las “maletas mágicas”. Por otro lado, sombrilla, impermeables y cojines completan la lista de necesidades para acudir a los entrenamientos.
No obstante, los imprevistos surgen y el número de niños se multiplica a la hora de salir del campo. Se convierten en hijos adoptivos y la ocasión se vuelve una fiesta improvisada. De repente, tu hijo único tiene, mínimo, un hermano.
Así se turnan las familias cada día.
Mientras otros niños tienen suficiente tiempo para viajar, salir a jugar con sus amigos o familiares, asistir a un curso de verano o visitar a sus familias, los que se quedan a cumplir con su temporada infantil se les presenta la oportunidad de aprender a trabajar equipo, disciplina, valores, compromiso y entrega.
No me arrepiento de haber pasado seis veranos consecutivos en los campos de futbol americano con mi hijo y sus compañeros.
Creo que allí obtuvimos una gran ayuda, su padre y yo, para reforzar lo que le enseñamos en casa. Ha sido la etapa más enriquecedora y satisfactoria de nuestro joven deportista donde vivió varias victorias pero aprendió a superar las derrotas y, con esas dos, maduró para poder enfrentar tantas situaciones que ha experimentado.
Alguien muy cercano, repetidamente, expresa que el futbol americano es formativo. A la par de la preparación académica, este deporte “esculpe” a los hombres (también hay varias mujercitas) que tendrán en sus manos el futuro. Así que, les recomiendo a las madres de jugadores, no se pierdan la oportunidad de divertirse, disfrutar y aprender de cada temporada de infantil. Es una inversión que reditúa mucho más de lo que creemos porque verles la cara de gusto al salir de un campo… no tiene precio.