Enseñanzas

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El football americano semejante a la vida
Cinthya García Guerrero

Muchos podrán decir “¿qué puede opinar alguien que no ha jugado futbol americano?, se tiene que jugar para poder hablar de ello”. En parte, tienen razón. Sin embargo, hay muchas cosas de este deporte que son aplicables para cualquiera.
¿Qué enseña y fomenta el futbol americano?

Pertenencia. Cuando se conforma un equipo hay circunstancias inevitables que día a día van arraigándose en quien lo practica. El periodo de entrenamiento “obliga” a la manifestación de la empatía que, si no es con todos los integrantes, por lo menos con un pequeño grupo. La pasión y entusiasmo surgen inevitablemente lo que genera un sentido de pertenencia.
Compromiso. Los lineamientos que marque el staff de coacheo y la “obediencia” (por llamarla de alguna forma) a tales requerimientos hacen que se procure evitar la inasistencia. A la par, se genera una “obligación moral” hacia el grupo donde las aportaciones individuales hacen un conjunto de esfuerzos comunes.
Disciplina. A diferencia de la “obediencia” este aspecto encierra diferentes virtudes que enriquecen a quienes están inmiscuidos. Desde llegar temprano o a tiempo a la cita para entrenar y para jugar hasta seguir instrucciones específicas, son algunas muestras a escala de lo que este rasgo va marcando la personalidad, y eso, en cualquier aspecto de la vida.
Identidad. El sentido de pertenencia a un grupo, la identificación con los colores de cada equipo, la valoración del esfuerzo impreso en cada práctica, etcétera; van formando una compenetración con aspectos no tangibles pero valiosos e inconfundibles. Es ese “sentirse parte de…” que este deporte también ofrece.
Trabajo en equipo. Por razones obvias, la actividad y desempeño de uno repercute en todos los demás. Cada quien tiene su función y responsabilidad que no puede ser aislada del resto. La acción en conjunto está encaminada a un fin común en cada una de las jugadas de cada partido.
Actitud. Esta, en especial, es de las más complicadas de trabajar pero, una vez que se comienza, los frutos del esfuerzo son enormes y altamente redituables. El trabajo mental debe ser impecable para que los esfuerzos sean encaminados hacia un bien común. Si buscamos éxito en equipo, este será indudablemente a nivel personal, también.
Segundo esfuerzo. No resulta tan “grave” cometer un error… Es humano errar. Lo interesante de esto es sobreponerse a él y dar más de lo que se está dando para conseguir un objetivo. La cotidianidad cuenta con ejemplos visibles. De allí que la superación de las fallas se encuentre como meta a corto plazo.
Como estos puntos, existen muchos más.
¿De dónde se puede aprender todo esto si no se practica el futbol americano?
La observación y, de esta, el entendimiento mediante la empatía espontánea. Después de todo este proceso (que en la práctica puede ser en un lapso muy corto) la imitación va manifestándose en general.
Hay frases que dicen que el fútbol americano se asemeja a la vida. Pensándolo fríamente creo que sí.
El grueso de los seres humanos buscamos cercanía con quienes compartimos algo (hay mucho por especificar). Por ello, nos agrupamos y buscamos el éxito; pero para poder llegar a él hay aspectos para experimentar. Las emociones juegan un papel importante. Si el grupo gusta de lo que hace, la pasión por llegar al objetivo se comparte y se contagia.
Una vez que nos identificamos con una “forma de vida” como lo es el futbol americano, las lecciones aprendidas se ponen en práctica en cada reto que enfrentamos. La clave está en no evitar las problemáticas, está en enfrentarlas directamente con la actitud adecuada, con un esfuerzo “generalizado” y sin perder de vista el objetivo aunque queden pocos segundos para que termine el partido.
Sí, soy una no-jugadora literalmente pero también soy una estudiante de futbol americano que ha estado de “oyente” durante tres cuartos de lo que llevo de vida y las enseñanzas han sido sustanciales y determinantes para mi vida… hasta que no “piten los dos minutos”.

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